domingo, 23 de febrero de 2014

El último deseo de un brigadista inglés que se jugó la vida por la democracia en España

Los hijos del Brigadista Internacional Jack Edwards viajaron este viernes al emplazamiento de la Batalla del Jarama para esparcir las cenizas de su padre, tal y como él señaló antes de su muerte

 

Este viernes Pete, Margaret y Colin cumplieron la última voluntad de su padre.

ALEJANDRO TORRÚS Madrid 22/02/2014 

Hay recuerdos que nunca se olvidan. Jack Edwards (Liverpool, 1924-2011) nunca olvidó su paso por la España de 1937 y 1938. Comprometido con la democracia y la causa socialista, Edwards decidió alistarse en las Brigadas Internacionales en los primeros instantes de la Guerra Civil. Era la primera batalla internacional contra el fascismo y había que arrimar el hombro. Él era sólo un chaval de 22 años que trabajaba como mecánico, pero tenía las ideas claras.
El fascismo ya estaba en Italia y en Alemania y España no podía caer. Franco y sus aliados fascistas, sin embargo, ganaron aquella guerra y el fascismo gobernó España durante 40 años. Jack tuvo que emprender el regreso a casa en enero de 1939. Lo hizo a pie. Cruzó la frontera con Francia, viajó hasta París y de allí se desplazó hasta su Liverpool natal. Fue, según dice su familia, el último inglés en salir a pie del país. El resto de brigadistas habían comenzado su retorno a casa en septiembre de 1938, cuando la derrota ya era inevitable, y la República había ordenado su regreso.
Después, Jack viviría en primera persona la Segunda Guerra Mundial. Los nazis bombardearían su casa de Liverpool y él sirvió a Gran Bretaña desde una base militar en Islandia. "A los brigadistas internacionales ingleses que reclutaron para la II Guerra Mundial los mandaban a puestos alejados. El Gobierno tenía miedo de que fueran comunistas y se unieran a la URSS", cuenta su hija Margaret a Público. Sin embargo, el recuerdo de España permanecería imborrable e inalterable en su cabeza. "Le gustaban mucho las naranjas y el ajo, tras su paso por España", recuerda Margaret.
"[Jack] sintió la responsabilidad de que el fascismo conquistara España", dice su hermana
Tan fuerte fue la unión que Jack sintió por aquel país que había sido derrotado por el fascismo y olvidado por Europa tras la II Guerra Mundial, que no dejó de regresar a España siempre y cuando tuvo oportunidad, una vez muerto Franco. "Mi padre se sentía emocionalmente español", señala su hijo Pete a Público. El reconocimiento oficial le llegaría en 2009 cuando el Gobierno de Zapatero le otorgó la nacionalidad española en 2009, en virtud de la denostada Ley de Memoria Histórica, con 95 años.
En una de esas visitas a España, junto a su hija Margaret, Jack se desplazó hasta el Jarama para mostrar a su hija el lugar donde se jugó la vida por primera vez por la democracia. Allí, ante la escultura del artista Martín Chirino, que rinde homenaje a todos los que participaron en la batalla, Jack pidió a su hija que cuando muriera sus restos fueron esparcidos por el monte. Margaret no puede evitar emocionarse cuando recuerda aquel día. El mismo deseo fue transmitido a sus otros dos hijos, Pete y Colin, en diferentes ocasiones.  Acompañados por la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales y más de treinta británicos desplazados para la conmemoración del 77º Aniversario de la batalla, los hijos de Jack esparcieron las cenizas de su padre (ver foto, de Óscar Rodríguez —ABBI—) y de su madre en una de las múltiples colinas del lugar. No faltaban ni banderas republicanas, ni puños en alto, ni el grito de: ¡No pasarán! (ver vídeo).
Ahora, los restos de Jack y su mujer permanecerán para siempre junto a un pequeño monumento al Batallón Británico hecho de piedras y latas. Desde allí, podrá contemplar la colina del suicidio, lugar que recibe su nombre de los supervivientes del Batallón Británico, que en su primer día de combate, perdieron casi dos terceras partes de sus efectivos, en la ofensiva del ejército franquista por cortar las comunicaciones de Madrid con el resto de la zona republicana. Jack sobreviviría a aquel día. Después sería herido en un pie pero continuaría luchando. Tras el Jarama, acudiría al frente del Ebro ya integrado con tropas españolas. La guerra no se podía perder.
"Creo que él siempre guardó la tristeza por haber perdido esa guerra. Sintió la responsabilidad de que el fascismo conquistara España", relata su hijo Colin en declaraciones a Público. En el año 2009, tras ser haber obtenido la nacionalidad española, y un año antes de morir, Jack declararía a la BBC: "La gente piensa que es una guerra olvidada, pero debería ser recordada como una guerra contra el fascismo y por la democracia. Ese era el punto más importante de la guerra. Se ha olvidado porque no fue una Guerra Mundial. Ahora me sorprende que no se enseñe esta guerra en los colegios. Deberían hacerlo para enseñar el respeto a la democracia".

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