sábado, 10 de agosto de 2013

Los primeros asesinatos en el monte de La Orbada

En la noche del 28 al 29 de julio de 1936 fueron asesinados en el monte de La Orbada el alcalde de Salamanca, Casto Prieto Carrasco, y el diputado José Andrés y Manso, presidente de la Federación Provincial Obrera (UGT).

Casto Prieto Carrasco

José Andrés y Manso

Memorial de la Orbada 28 Julio 2013

Los dos dirigentes habían sido detenidos el 20 de julio y conducidos a la prisión provincial. El día 28, hacia las once de la noche, con ocasión del cambio de guardia, fueron entregados a la fuerza pública según orden escrita y firmada por el gobernador militar de Salamanca, general Manuel García Álvarez, para ser conducidos a Valladolid a disposición del general jefe de la VII División Orgánica, general Andrés Saliquet Zumeta. Sin embargo, fueron asesinados a tiros por la fuerza que los transportaba, en el km 89,9 de la carretera de Valladolid a Salamanca, en el monte de La Orbada, a la entrada de la rampa de las vacas, donde fueron encontrados a la mañana siguiente por un vaquero, el cual avisó al alcalde de La Orbada, quien a su vez dio parte oficial al gobernador civil, coronel Ramón Cibrán Finot, y este al gobernador militar.

Tras el hallazgo de los cadáveres no se siguió ningún tipo de actuación, puesto que fueron los propios mandos militares golpistas (Saliquet, García Álvarez y Cibrán) quienes organizaron la represión de los elementos más representativos del orden constitucional republicano, con ayuda del Cuerpo de Investigación y Vigilancia, la Guardia Civil, el Cuerpo de Carabineros y los voluntarios encuadrados en las milicias de Falange Española, dirigidas por Francisco Bravo Martínez (jefe provincial), Ramón Laporta Girón y Abel Mayorga Casado. A las milicias falangistas se les asignó la condición de fuerzas auxiliares de orden público, con la misión de detener por toda la provincia a los alcaldes y concejales socialistas, de Izquierda Republicana y de Unión Republicana, a los directivos y miembros destacados de las sociedades obreras, y en general a todas aquellas personas que se pudieran considerar políticamente peligrosas.

El 26 de julio, las milicias de Falange Española se instalaron en Béjar, y a partir de ese momento comenzaron a aparecer cadáveres de fusilados por las carreteras de la comarca, de manera que el día 29 terminó la huelga general que se mantenía desde el 19 de julio. También en Salamanca, el asesinato de Prieto y Manso fue un punto de inflexión en la huelga general que desarrollaban los sindicatos de la Casa del Pueblo.

Las milicias de Falange Española detuvieron durante el verano y el otoño de 1936 a miles de salmantinos. Al menos ochocientos de ellos fueron asesinados en los campos y caminos, en lo que hoy se conoce como ejecución extrajudicial, gracias a que una orden del general Emilio Mola, jefe del Ejército del Norte, de 8 de agosto de 1936, establecía que todas las muertes causadas por las fuerzas auxiliares (Falange y Requeté) debían ser consideradas como "hechos de guerra" o "enfrentamiento con la fuerza pública", y por lo tanto ajustados a la legalidad emanada de la declaración del estado de guerra en la zona controlada por la Junta de Defensa Nacional.

Aún con todo, a menudo los milicianos hacían desaparecer los cadáveres de sus víctimas en enterramientos clandestinos, para eludir toda responsabilidad, en caso de que finalmente la República sofocara el golpe de estado, cosa que en el verano de 1936 no estaba tan clara.

Los asesinatos de Prieto y Manso fueron los primeros producidos por saca de la cárcel, y los primeros ejecutados en el monte de La Orbada. A ellos les siguieron decenas y decenas de hombres procedentes de sacas de la prisión provincial y de detenciones ilegales por los pueblos de la comarca. Setenta y siete años después, estamos intentando encontrar los restos de aquellas víctimas de la represión, para arrojar luz sobre uno de los episodios más oscuros de la historia de Salamanca y para dar una digna sepultura a todos esos españoles que no pueden permanecer más tiempo enterrados en el campo como animales.

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