El acto de este domingo en Tarragona nos devuelve al pasado, a una Iglesia que, bajo eufemismos, toma partido y en la práctica viene a justificar la violenta y brutal "cruzada" franquista, mientras guarda silencio sobre el desamparo jurídico y político que padecen las víctimas de la dictadura
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Beatificación de religiosos este domingo en Tarragona |
Mientras las víctimas del franquismo explicaban a los representantes de Naciones Unidas el desamparo jurídico y político que sufren por parte del Estado y relataban tragedias familiares todavía no resueltas, la jerarquía de la Iglesia callaba. Y volvió a callar cuando los portavoces del grupo de la ONU recordaron la obligación que el Estado tiene de satisfacer el derecho de las víctimas a la verdad, la justicia y la reparación. Nada, ni un gesto aunque la ONU también les señalara.
Silencio tras silencio. Sólo ahora, la jerarquía católica ha vuelto a levantar la voz, y ha sido para tomar partido y convertir la beatificación de 522 personas como "mártires de la fe" en un acto "político" que ofende a las víctimas del franquismo, a las que sigue ignorando. El acto de este domingo en Tarragona nos devuelve al pasado, a una Iglesia que, bajo eufemismos, toma partido y en la práctica viene a justificar la violenta y brutal "cruzada" franquista.
Eso es lo que también nos recuerdan las placas que siguen en las iglesias y honran a los caídos por Dios y por España. Olvidando de nuevo a los curas vascos asesinados por los franquistas, que lucharon por la democracia y la libertad, y a los curas que fueron encarcelados en Zamora hasta los últimos años de la dictadura.
Todo eso y mucho más nos recuerda que en la Iglesia no hay lugar para la justicia, la verdad ni la reparación de los "otros", pero tampoco para la piedad, compasión o auxilio a los desamparados, esas virtudes que no practica pero predica desde sus púlpitos.
La jerarquía no muestra una sola palabra de humanidad y respeto por el dolor de las familias que llevan toda la vida buscando a sus seres queridos, enterrados en una fosa común a las puertas de un cementerio católico, en una cuneta, o desaparecidos.
No ha habido ni hay compasión con los miles de niños robados durante la dictadura, sólo silencio ante la presencia de sacerdotes, monjas y clérigos implicados en muchos de esos casos. Un silencio con el que la jerarquía responde cuando niega a las víctimas información de los archivos de la Iglesia. Unos archivos que siguen cerrados a cal y canto y que, al parecer, guardan algunos terribles secretos que servirían para esclarecer muchos de los crímenes del franquismo.
Este fin de semana, en Tarragona, la jerarquía católica volverá a tomar la palabra para beatificar y homenajear a unas víctimas y olvidar a las otras. Su mensaje legitimará para unos la cruzada y el régimen, mientras para las víctimas del franquismo será una justificación de los crímenes de la dictadura.
El acto nos recordará que todavía hoy la Iglesia no ha pedido perdón por apoyar y legitimar el franquismo; no ha pedido perdón por bendecir fusilamientos en masa, ni por las denuncias y los informes que llevaron a miles personas a la muerte, a la cárcel, el exilio o la depuración.
Cuando se escuche la voz de la Iglesia resonaran los ecos de los miles de niños robados; de los más de 130.000 desparecidos; de las víctimas sin nombre sepultadas en las 2.500 fosas comunes que hay sin abrir todavía en España.
Será un clamor que nos recordará que la Iglesia justificó, amparó o calló ante las brutales violaciones de los derechos humanos que los españoles sufrieron durante los 40 años de dictadura. Y que tampoco han pedido perdón por esas fotos indignantes de los jerarcas de la Iglesia haciendo el saludo fascista y rindiendo pleitesía a Franco.
Y otra vez más sentiremos que la jerarquía de la Iglesia católica no entiende de justicia ni humanidad para las víctimas del franquismo, sólo de desprecio, silencio y olvido.
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