las declaraciones de los testigos en las causas de beatificación son secretas y los historiadores no pueden verlas.
Franco y los obispos haciendo el saludo fascistas |
Vaya por delante que en mis investigaciones no me he tropezado nunca con ninguno de los religiosos beatificados el pasado 12 de octubre en Tarragona. Y de veras que lo lamento, aunque de todas formas existe un problema operativo: las declaraciones de los testigos en las causas de beatificación son secretas y los historiadores no pueden verlas. De tal forma que sería imposible contrastarlas con otras y con diversas fuentes documentales. Ese secretismo, que sería inadmisible en una disciplina científica como la historia, sigue siendo practicado por la Iglesia católica. Así, por ejemplo, si la Iglesia nos dice que fulanito murió "perdonando a sus verdugos", tendremos que utilizar la "fe" para creerlo, pues no podremos contrastar al testigo que supuestamente presenció la muerte del beato y, por tanto, contradecir o negar su testimonio. Es una práctica vieja esta del secretismo en la Iglesia. Siempre les ha ido bien con ella y no tienen, por tanto, que cambiarla.
Además, esas cosas para la Iglesia son terrenales y es cuestión de
darles tiempo. A veces, incluso, consideran que deben de reconocer algo y
entonces no tienen inconveniente en confesar ciertos errores de la
Iglesia, como ocurrió con Galileo. El problema, claro, es que cuando
llegó esta confesión de la mano del papa Wojtyla, Galileo llevaba más de
tres siglos muerto y, no obstante, la comisión que creo el mismo papa
determinó que la postura de la Iglesia había sido la correcta y que
Galileo anduvo equivocado, postura que el siguiente papa Ratzinger
ratificó íntegramente. Y eso en el caso de Galileo. No sabemos que
habría hecho el papa Francisco que, en otro gran ejercicio de fe para
los contrarios, nos dice ahora que nunca ha sido de derecha.
En nuestro país tampoco la Iglesia fue nunca de derecha durante la
Segunda República y la dictadura. Es cierto. Su posición se situó en la
extrema derecha y así continuó durante años hasta que la descomposición
de su gran aliado, el franquismo, le hizo adoptar precipitadamente
posturas más acordes con los tiempos que se avecinaban. Como decía el
historiador Ricard Vynes: la Iglesia no colaboró con el franquismo, la
Iglesia formó parte del franquismo. La beligerancia de la Iglesia la
colocó con claridad junto a los militares golpistas y terratenientes y,
como ellos, recibió la violenta contestación de la exacerbación popular
desatada por el golpe. No había ninguna diferencia en la fe de los
militares golpistas, los falangistas, requetés o patronos y
terratenientes con los religiosos. ¿Y estos serán llamados mártires y
aquellos simplemente muertos? Fueron más, muchos más aquellos que los
religiosos muertos. ¿Por qué después de conspirar unidos, de combatir
unidos a la República, ese interés en diferenciar sus muertos de otros?
Como les decía, no he podido investigar esos religiosos beatificados en
Tarragona, no es el ámbito territorial en el que desarrollo mi trabajo,
pero sí he tropezado con otros casos de religiosos muertos, incluso
algunos de ellos también beatos.
Constantina, por ejemplo, fue el pueblo sevillano donde más se atentó
contra la vida de religiosos. De los catorce religiosos que murieron en
la provincia de Sevilla (menos de los que los franquistas mataron en el
País Vasco), tres fueron asesinados en aquel pueblo. El problema es cómo
explicar por qué dos sacerdotes más (uno de ellos especialmente querido
en el pueblo por su amistad con los pobres) y las religiosas del
convento de la Doctrina Cristiana, fueron respetados sin que nadie
atentara contra ellos. ¿Es que la fe de los tres primeros era distinta
de los demás? No. Por supuesto que no. La "persecución" no se llevó a
cabo contra la Iglesia o contra la fe, sino contra algunos miembros de
la Iglesia, que es bastante diferente. En Morón de la Frontera, después
del golpe, se llevó a cabo la detención de más de treinta derechistas y
entre ellos tres salesianos. Un cuarto no fue molestado, al igual que
los otros ocho religiosos que había en el pueblo y tampoco sufrieron
agresión física alguna las monjas Jerónimas del convento de Santa María,
las Concepcionistas del convento de San Juan de Dios y las monjas de la
Caridad del Hospital Municipal. ¿Se estaba persiguiendo la "fe" de los
tres salesianos detenidos únicamente? ¿Y el resto? ¿Eran descreídos,
quizá? Las medias verdades siempre suelen terminar en grandes mentiras.
Pero hay más.
Dos de los salesianos que resultaron muertos (el tercero sobrevivió)
fueron declarados mártires de la fe en la masiva beatificación de 2007.
Pero no murieron por su fe, ni mucho menos, incluso uno de ellos, el
salesiano José Blanco Salgado, estuvo disparando contra los trabajadores
desde el cuartel de la Guardia Civil (es obvio que pese a lo que diga
el papa Francisco, no es muy imitable este mártir). Su muerte fue
miserablemente provocada por el teniente de la Guardia Civil José
Chamizo para intentar él mismo salvarse con los suyos, obligando a un
grupo a salir del cuartel para poder escapar a fuego limpio por otra
calle. ¿Dónde están los testimonios de la beatificación de estas
personas? Me gustaría verlos, porque la información de la que disponemos
(publicada y documentada) no guarda relación alguna con el martirio de
estos hombres. Y estos casos en absoluto pueden negar que otros
religiosos hayan sido asesinados por el mero hecho de serlo, pero
evidencian la forma en que se han llevado a cabo los masivos
procedimientos de beatificación. Los crímenes cometidos contra
religiosos, como contra cualquier persona, fueron abominables, pero hay
que saber medir el alcance y la utilización de todos ellos. Los debates
tienen que ser claros, públicos y documentados, lo demás es historia
sagrada, no historia.
Por cierto, todavía la Iglesia de Morón tiene pendiente una deuda, una
gran deuda con los cuatrocientos cuarenta vecinos muertos y ochenta y
cinco en paradero desconocido identificados que ocasionaron los
sublevados. Total, algunos dirán que qué son 525 víctimas moronenses
comparadas con la inmensidad del océano. Pues yo les diré lo que son:
tres más que los 522 beatos del 12 de octubre, y estamos hablando
solamente de un pueblo andaluz, con beatos y todo, donde la Iglesia
sigue en silencio. ¿Olvido? ¿Cinismo? Será sencillamente que necesitan
más de tres siglos como con Galileo. Y dicho sea de paso, ¿qué hace un
ministro de justicia en un acto como ese cuando el gobierno que
representa no cumple una Ley como la de Memoria Histórica? ¿No quedamos
que es un acto exclusivamente "religioso" como dice la Conferencia
Episcopal?
¿Para cuándo la Iglesia arrodillada ante las víctimas de la sublevación y la dictadura? Señor Rouco ¿está usted ahí?
*Investigador e historiador
No hay comentarios:
Publicar un comentario