martes, 29 de enero de 2013

Una carta-bomba hiere de gravedad a dos directivos del Club de Amigos de la Unesco

En el local se estaban celebrando elecciones para la renovación de su comité ejecutivo




Fechas para recordar 27 Enero 1980


27 ENE 1980

Luis Enrique Esteban y María Dolores Martínez Ayuso, miembros del comité ejecutivo del Club de Amigos de la Unesco de Madrid, resultaron heridos de gravedad como consecuencia de la explosión de una carta-bomba que ellos mismos procedieron a abrir en la sede del citado organismo, situada en la plaza de Tirso de Molina.
El paquete-bomba, aproximadamente del tamaño de un libro de bolsillo, confeccionado con cien gramos del explosivo conocido como amonita, había sido entregado a las dos de la tarde en la portería del inmueble, en cuyo piso primero está la sede del Club de Amigos de la Unesco. Según explicó la portera del edificio, un hombre joven «muy bien parecido» llevó el paquete personalmente, explicando a la empleada que se trataba de un libro para el Club de la Unesco. Al parecer, ésta replicó al joven que no habría nadie en el local hasta el lunes, a lo que éste contestó: «Da lo mismo», y añadió, en tono de guasa: «Tenga usted cuidado de todas formas, no vaya a ser una bomba», frase a la cual la portera restó toda importancia.El paquete-bomba estuvo en la portería hasta media tarde, momento en que la portera se lo entregó a uno de los asociados, el cual lo depositó en la secretaría del club. La bomba hizo explosión sólo cinco minutos después de que en el salón de sesiones del club se iniciara la decimoséptima asamblea anual ordinaria, justo al lado del despacho de la presidencia y de la secretaría, lugar éste donde estalló el artefacto.
Alrededor de cien personas estaban reunidas en el salón de sesiones en ese momento. El punto principal del orden del día era la elección del nuevo comité ejecutivo, cuya única candidatura estaba encabezada por Joaquín Ruiz-Giménez, y en la que Luis Enrique Esteban y María Dolores Martínez figuraban como aspirantes a la secretaría general y a la secretaría de propaganda, respectivamente. Sin embargo, los reunidos no tuvieron oportunidad de escuchar el programa electoral de los aspirantes. Unicamente el presidente de la sesión, José Martín, pudo pronunciar unas palabras de saludo, porque inmediatamente después sobrevino la explosión.
Luis Enrique Esteban, en su calidad de interventor saliente del club, y María Dolores Martínez, como bibliotecaria general también saliente, procedían en ese momento a abrir el paquete, en cuya parte anterior la dirección especificaba: «Club de Amigos de la Unesco. Tirso de Molina, 8, 1º. Madrid.»
Ambos miembros del comité ejecutivo fueron inmediatamente asistidos por los presentes y trasladados a un piso anexo, donde existe una instalación de la Cruz Roja. Allí recibieron los primeros auxilios y fueron trasladados inmediatamente a la Ciudad Sanitaria Provincial, antes conocida como Francisco Franco.
La reunión anual ordinaria del Club de Amigos de la Unesco de Madrid fue suspendida inmediatamente. Numerosos efectivos policiales hicieron enseguida acto de presencia e iniciaron las diligencias oportunas.
Según comunicaron a los periodistas, en el club no se habían recibido amenazas en los últimos tiempos, aunque hace ya algunos meses habían recibido comunicados en aquel sentido de la organización fascista Triple A.
Los dos heridos, ambos militantes del Partido Comunista de España (PCE), son miembros antiguos del club. Luis Enrique Esteban, de treinta años de edad, es empleado de banca y trabaja en la actualidad en una sucursal de Credit Lyonnais. María Dolores Martínez, de cuarenta años, trabaja en CEPSA. Ambos han destacado en los últimos años por su dedicación al Club de la Unesco, organismo fundado en 1960, el cual, a lo largo de sus diecisiete años de existencia, ha pasado por distintos avatares, entre ellos sucesivos cierres en los últimos años de la dictadura.
Hasta el momento del cierre de esta edición, ningún grupo había reivindicado el atentado. Directivos del club manifestaron su extrañeza y su absoluta repulsa por el mismo. A última hora de la noche de ayer se esperaba en el local la presencia del juez de guardia, el cual comunicó finalmente que no tenía intención de trasladarse a la citada sede. Funcionarios de policía realizaron las pruebas de identificación rutinarias. La habitación donde hizo explosión la bomba presentaba un aspecto desolador, con restos de dedos, trozos de piel y gotas de sangre esparcidos por toda la estancia.
 

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