sábado, 12 de enero de 2013

IN MEMORIAM DE VÍCTOR MANUEL PÉREZ ELEXPE.

Asesinado por la Guardia Civil en Portugalete (Vizcaya), en la calle General Castaños, junto a las escaleras de bajada a la plaza de la Rantxe, a las 6,30 de la mañana del día 20 de enero de 1975, cuando repartía octavillas de apoyo a la huelga de Potasas que se había convertido en Huelga General  en Navarra.
Joven trabajador y estudiante de 23 años. Militante del PCE(i)

Víctor Manuel Pérez Elexpe

Fechas para recordar 20 Enero 1975                                      
                                                                       
Enero 2013

Víctor Manuel Pérez Elexpe, Bittor, nació  en Portugalete, en el barrio de Repélega, un barrio de trabajadores y gentes sencillas. Cumpliría 61 años este 4 de mayo de  2012, si le hubieran dejado crecer y vivir. Víctor sería hoy un adulto solidario con las causas justas, con los oprimidos y la libertad de los pueblos, como lo fue siempre en su corta vida. Pero en la mañana del 20 de enero de 1975 tuvo la desgracia de toparse con un siniestro  guardia civil que lo persiguió a tiros por las calles de Portugalete, cuando repartía octavillas del PCE(i) en solidaridad con los trabajadores navarros;  unas octavillas que llamaban  al pueblo a sumarse a la justa lucha de los mineros convertida en aquellos momentos en huelga general.
El guardia civil llevó hasta las consecuencias más atroces su labor de guardian del Régimen, descargando todo su odio hacia los luchadores por la libertad sobre el cuerpo de Víctor.  Dos tiros por la espalda, a escasos metros de distancia no podían fallar; uno de ellos le atravesó el corazón y el joven Víctor cayó fulminado y murió prácticamente en el acto.
En efecto, el cabo de la guardia civil Narciso San Juan del Rey, vecino del barrio de la Repélaga, el mismo barrio donde vivía Víctor, le dio el alto cerca de la iglesia  de Santa María y Víctor emprendió la huída tan rápido como pudo para evitar la detención.
¿Conocía Narciso San Juan a Víctor y sabía de sus actividades políticas? Es probable que así fuera, siendo como era vecino de su barrio. Como el guardia civil nunca ha sido llevado ante un  juez es dificil acreditar este extremo, pero muchos de los amigos y conocidos de Víctor, así como    miembros de su familia sospechan que sí lo conocía. Así lo cree su hermana Mariefi, cuando afirma: “El guardia civil era vecino nuestro, conocía a mi hermano y, nos imaginamos su militancia política. Al día siguiente fuimos a su casa, pero ya lo habían trasladado”.
Naturalmente que lo habían trasladado, no tardaron ni media hora en poner en marcha la maquinaria mediática y “legal” del franquismo. Desde el Gobierno Civil o la Dirección General de la Guardia Civil, orquestaron una burda campaña tratando de ocultar aquel terrible crimen, llegaron a decir que Víctor llevaba un arma.Una calumnia que la dictadura puso en circulación para proteger al guardia civil. Hoy podemos documentar en  las  diligencias que realizó  la Guardia Civil de Bilbao que  a las siete de la mañana ya habían nombrado un instructor; se trataba del comandante del puesto y de  un  auxiliar, un cabo de la Guardia Civil,  que se dirigieron con premura a Portugalete. A las nueve treinta de la mañana tomaban declaración a Narciso San Juan del Rey, una declaración llena de mentiras -como después  probaron  los testigos presenciales- a los que nunca llamaron a declarar, ni en las diligencias previas ni posteriormente. Unas diligencias chapuceras, llenas de despropósitos, en las que ni siquiera aparece la declaración de los policías que ayudaron a Narciso San Juan en la persecución de Víctor.
También aceleraron la actuación de la prensa adicta al Régimen: el ABC, La Gaceta del Norte y algún periódico local se dedicaron con esmero a difundir las mentiras más abominables, con titulares que daban a entender que se había producido un tiroteo entre el asesinado y el guardia civil. Aquello fue una vergonzosa exhibición de falta de principios y de ética profesional por parte de los periodistas involucrados en la noticia y de los directores de los periódicos que se prestaron a organizar  semejante farsa. La Gaceta del Norte llegó a extremos insospechados, publicando una fotografía montaje en la que podía visionarse las pertenencias de Víctor: una bolsa de trabajo y las octavillas.  En aquella fotografía  incluyeron, con total descaro, una pistola que  los guardianes de la dictadura habían manipulado como “prueba” contra Víctor, para así  proteger mejor  a su asesino.
La chapuza orquestada por el Régimen era un auténtico insulto a la inteligencia, a la vez  que un intento de dañar la figura de Víctor como luchador antifascista. Obviamente  nadie podía creer que los militantes comunistas se dedicaran  a repartir propaganda llevando encima una pistola, sabiendo como sabían que podían ser detenidos. Queremos decir con total rotundidad que los militantes comunistas no tenían pistolas, tampoco las tenía Víctor. Lo que sí tenía Víctor era una total entrega a la causa antifascista, a la lucha por la libertad. Víctor era un joven valiente, entusiasta  y luchador;  era un joven revolucionario, un militante ejemplar que dedicó su corta vida a la causa de la libertad, la democracia y el socialismo, a la lucha por derribar la infame dictadura que acabó segando su vida. Víctor Manuel, a pesar de su corta edad, tenía ya importantes responsabilidades en el PCE(i), formaba parte del Comité Provincial de Vizcaya y tenía el encargo de contribuir a la elaboración de un periódico del partido para Euskadi bajo el nombre de Jeiki, la maqueta del cual ya estaba terminada  y se la requisaron en el registro. Un periódico que acabó publicándose pocos meses después de su asesinato en castellano y euskera para mejor llegar a todos los sectores de la sociedad vasca. Para los que conociesen esta publicación queremos manifestar que Víctor fue uno de sus iniciadores, aunque desgraciadamente nunca pudo verlo publicado.
El PCE(i) desmintió la farsa organizada por la dictadura y defendió el nombre del  joven camarada Víctor como luchador revolucionario y antifascista. Las “armas” de Víctor eran hojas de papel de propaganda política, octavillas de solidaridad con los obreros de Potasas. Desde su partido no se permitió que se ocultaran las razones que habían llevado a su asesinato: la solidaridad con una huelga obrera. Se explicó en asambleas y se realizaron movilizaciones. Como más adelante veremos se promovieron concentraciones y acciones de solidaridad en las que participaron todas las fuerzas políticas.  Se explicó la Verdad, que no era otra que esta: era muy fácil morir en cualquier calle del país por unas reivindicaciones, era muy fácil que te mataran por exigir libertades para el pueblo.
La verdad de lo ocurrido  aquella mañana es que  Víctor tuvo la mala suerte de encontrarse con uno de  los más torvos y reaccionarios miembros  de las estructuras del Régimen, el cabo de la Guardia Civil Narciso San Juan del Rey, vecino de su barrio. Se da la circunstancia que en el momento del asesinato ni siquiera estaba de servicio, pues como prueba su misma declaración iba de paisano y volvía de su servicio  nocturno. Esto no le impidió seguir a Víctor de cerca y descargar su pistola sobre su joven espalda.
Las declaraciones de los testigos tiran por tierra todas las alegaciones  del guardia civil en el expediente antes citado; así,  nueve   trabajadores vecinos de Portugalete,  que se encontraban en el lugar del asesinato, dan testimonio de lo que realmente sucedió aquella terrible mañana. Todos coinciden en asegurar que un joven con una bolsa en la mano derecha y nada en la izquierda,  corría despavorido delante de un hombre de paisano que lo perseguía con una pistola en la mano; todos coinciden también en decir  que el  perseguidor  realizó al menos  dos disparosen en pocos segundos, el último de los cuales derribó al joven matándolo al instante.  Como hemos dicho, aquel disparo le había alcanzado el corazón.
Es importante detenerse en la lectura de estos testimonios, pues como se ha dicho, desmienten con rotundidad todo lo declarado por Narciso San Juan que manifestaba haber disparado a las piernas para detenerlo. Lo que acreditan los testigos es demoledor, el guardia civil había disparado alzando  la mano, lo que contradice el disparo a las piernas y hace sospechar que en realidad pretendía alcanzarlo de lleno en la espalda. Además, se  encontraba a escasos seis metros de distancia de Víctor, unos instantes más y lo hubiera detenido sin necesidad de disparar ¿Por qué entonces lo hizo dos veces? Una de las declaraciones es aun más dura;  tras el primer disparo, el testigo asegura haber oído al perseguidor decir lo siguiente: “¿No has caído?, ¡Ahora vas a caer! y volvió a disparar el tiro que mató a Víctor.  A tan corta distancia lógicamente  no podía fallar. Víctor hacía en ese momento lo único que podía, correr, huir de una segura detención, como hubiese hecho cualquier joven en su situación; correr para evitar la tortura y la cárcel. Pero lo que no sospechaba el joven Víctor es que realizaba su última carrera, lo que no podía saber es que quien le perseguía no se conformaba con detenerlo, lo que no sabía es que  iba  pararlo  para siempre.
Todos los indicios llevan a sospechar que Narciso San Juan no actuó solo, en su declaración admite ser el autor de los disparos, pero contó con la ayuda de al menos dos personas; dos personas que el mismo nombra en su declaración: un policía municipal y un guardia civil retirado. Dice que siguió  a Víctor hasta situarse cerca del Ayuntamiento, donde encontró a un sargento retirado, según la declaración, Sargento Abad, que le prestó ayuda para detener y  registrar a Víctor. Parece que es el momento en que Víctor emprende su huida y aparece en escena otro policía, un guardia municipal.  A Narciso San Juan lo trasladaron de Portugalete a otra ciudad, obviamente jamás se supo dónde; en cambio, los otros dos, el municipal y el guardia civil retirado siguieron viviendo en Portugalete con total impunidad, sin que nunca nadie les haya pedido responsabilidades sobre su participación en los hechos.
Los padres de Víctor presentaron una querella contra el guardia civil, las acciones judiciales parten de abril de 1975 ante un  juzgado de Bilbao,  a través de un bufete de abogados de aquella ciudad, del que formaban parte: Juan Luis Ibarra Robles, que fue quien se ocupó del caso, Pedro Ibarra y Begoña Zabala,  pero la causa  no prosperó y fue sobreseída rápidamente.  La jurisdicción ordinaria se declaró incompetente, y poco después  el caso fue archivado. Los testigos jamás fueron llamados a declarar, a pesar de la rotundidad de sus testimonios que evidenciaban claramente que Víctor Manuel había sido perseguido y asesinado a sangre fría. Que había sido  abatido a tiros por un guardia civil en Portugalete cuando repartía propaganda de solidaridad con los obreros navarros.

El guardia civil jamás fue llevado ante un juez, ni hizo más declaración que la que se incluye en las diligencias del día del asesinato. Nadie le pidió responsabilidades sobre por qué había descargado su pistola contra Víctor. Narciso San Juan del Rey fue protegido por las autoridades civiles y militares, lo evacuaron de Portugalete y organizaron una sucia campaña de desprestigio contra Víctor.
A los que conocimos a Víctor, a su familia, a sus amigos y a  sus camaradas de militancia  nos asiste el deber y el derecho de desvelar y divulgar la verdad; la misma verdad que manifiestan los nueve testigos que presenciaron como Víctor fue asesinado cobardemente y por la espalda. La verdad es que fue perseguido a tiros, por las calles de Portugalete, hasta que  cayó abatido sin vida. Víctor Manuel Pérez Elexpe, como todas y cada una de las víctimas del franquismo, merece  que se haga  justicia, merece que se diga la verdad de lo que realmente ocurrió, merece que le pidan perdón por haberle arrebatado la vida a los 23 años. Víctor merece: Verdad,  Reparación y Justicia.


 Esta es la Peligrosa “arma” que  Víctor distribuía en el momento de su asesinato.
Una octavilla de solidaridad con los obreros navarros.

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