Más joyas del fondo inédito del fotógrafo leonés Manuel Martín
Autoridades civiles, militares y eclesiásticas despidieron a la Legión Cóndor alemana el 22 de mayo de 1939 en el aeródromo leonés Virgen del Camino.
El saludo de la Iglesia al terror |
PEIO H. RIAÑO MADRID 30/10/2011
Aquel día todo el universo estaba
contento: “Hasta el Sol se sumó al acontecimiento de despedida a los
heroicos soldados de la Legión Cóndor, a los cuales debemos en León no
sólo la gran parte que les corresponde en la seguridad material y
bienestar que hemos disfrutado, en contraposición de las angustias de
otras ciudades amenazadas por la aviación pirata’, sino por el magnífico
ejemplo de su disciplina, de su férrea y formidable organización y de
la bondad que hace de estos hombres verdaderos niños”. El diario Proa,
de la falange leonesa, remataba las galas con la que el dictador
Francisco Franco dijo adiós a la escuadra de la muerte, en el aeródromo
de Virgen del Camino, el 22 de mayo de 1939.
En un día tan luminoso, las tropas que partían dejaban un recuerdo imborrable en los leoneses: no podía faltar nadie. El diario de León
contaba: “Un gentío inmenso” desbordaba la base. Y pasaba lista: “En el
campo, los heridos y mutilados de guerra, las autoridades civiles,
militares y eclesiásticas, entre las que recordamos a los excelentísimos
señores obispo de la diócesis doctor Ballester, gobernador civil,
alcalde con todos los concejales, [] y en fin, todas las personas
representativas de León”. Quien no contaba era Manuel Martín, reportero
anónimo y por cuenta propia, que tomó instantáneas para vender en su
laboratorio.
La jerarquía católica ofreció auxilio espiritual a las tropas facciosas
El fotógrafo entre medallas, aviones,
discursos y esvásticas, vio la larga fila de “todas las personas
representativas de León”, apretadas tras la larga bandera que cambió de
color España. En el centro, entregado al saludo nazi, Carmelo Ballester
Nieto, que siete días antes era ordenado obispo de León. No entró a
dirigir su diócesis hasta un mes después de la foto, tal y como cuenta
el polémico Diccionario Biográfico de la Academia de la Historia.
“Gracias a sus dotes diplomáticas se
introduce en las esferas dirigentes de la sociedad y de la Iglesia
española”, dice la obra de la RAH sobre Ballester. En amplia reseña, se
apunta que, además de hacer “de altavoz de la conciencia católica en una
sociedad abatida por la ola de propaganda sectaria” (en la República
portuguesa, ojo), destacó por sus dotes políticas: “Ejerciendo de obispo
fue llamado con frecuencia a los Consejos de Estado, principalmente
desde su puesto de procurador de las Cortes españolas. Su presencia en
las Cortes patentiza las relaciones entre la Iglesia y el Estado,
vigentes en tiempo del general Franco”, como escribe Antonio Orcajo.
En el centro, entregado al saludo nazi, estaba el obispo Ballester Nieto El historiador Fernando Hernández, autor de Guerra o revolución
(Crítica), aclara que la Iglesia, en su concepción de la Guerra Civil
como cruzada, participó en los frentes con voluntarios en los requetés
tradicionalistas y ofreció auxilio espiritual a las tropas facciosas.
“La Iglesia participó y legitimó moralmente con su presencia los actos
ceremoniales, en los que tomaban parte tanto las unidades nacionales
como sus aliados extranjeros italianos y alemanes”, explica.
Y recuerda que con Pío XII la Iglesia
defendió al nacional-socialismo como freno del bolchevismo. “Pacelli
intervino antes de la llegada de Hitler al poder para que el partido del
Zentrum alemán colaborara para facilitar el acceso del líder nazi a la
cancillería. Por tanto, no habría nada chocante en la comparecencia en
las mismas tribunas de miembros de la jerarquía eclesiástica con altos
mandos alemanes”, añade.
La Iglesia católica ofreció auxilio
espiritual a las tropas facciosas Por cierto, Hernández descubre en la
significativa foto de Manuel Martín, a una figura parecida a Arconovaldo
Bonaccorsi, Conde Rossi, “que ensangrentó Mallorca al frente
de sus Dragones de la muerte’, escuadras de falangistas locales
especializados en el asesinato, la violación y el pillaje”. Se refiere
al personaje tocado con gorro negro fascista, perilla y bigote, que en
las crónicas del día aparece identificado como “el agente de Italia
señor Gabioli, con uniforme fascista”. Ese día el sol salió para todos.
http://www.publico.es/culturas/404134/saludo/iglesia/terror
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