Julián Grimau dirigente del PCE |
Entregado por un tal Lara, Julián fue brutalmente golpeado en la Dirección General de la Seguridad. Le arrojaron por una ventana a la calle y dijeron que había intentado suicidarse. Acosado por las denuncias del crimen que llueven de todas partes y que "la emisora de la verdad" como llama el pueblo a la Pirenaica, Fraga Iribarne distribuye a los corresponsales de prensa unas hojas mimeografiadas con varias fotos, intentando demostrar la versión del suicidio. Polemizamos abruptamente con Fraga.
18 de abril de 1963. Comienza el juicio. Los
presos políticos de Carabanchel guardan en el patio
silencio absoluto. Era su protesta por la petición
de pena de muerte para Grimau. La pequeña sala de la
fatídica calle del Reloj estaba atestada. La emoción
entre el público es enorme. Julián subraya:
"Nunca he matado ni torturado a nadie. No todos pueden
afirmar lo mismo. Así, por ejemplo, yo presento lesiones
que son el resultado de la tortura. Nunca he intentado suicidarme.
Eso no va con mi temperamento":
Y con la misma serenidad y firmeza de siempre,
agrega: "Ya les he dicho que he sido comunista, que soy
comunista y que moriré siendo comunista. Creo sinceramente
que mi ideología es la que conviene a mi patria. Creo
que mi partido es el más fiel intérprete d los
intereses del pueblo":
El abogado militar, capitán Rebollo,
rebatió las afirmaciones de la acusación. Señaló
que no se habían presentado pruebas de ningún
género. No había testimonios directos, todos
eran de segunda mano. Pidió la absolución para
los hechos -no demostrados - de la guerra civil, y una pena
de 3 años para la actividad política de Grimau
que tampoco podía calificarse -dijo- de rebelión
militar.
Cuando el fiscal se levantó para elevar
a definitivas sus conclusiones provisionales en las que introdujo
algunas modificaciones, al ir a pedir la terrible pena de
muerte, se equivocó, se le trabó la lengua:
Dio así la sensación de que no hacía
otra cosa que cumplir instrucciones superiores. Como las que
habría de cumplir horas más tarde el propio
tribunal al imponer la máxima pena, y como las cumpliría,
ya en plena noche, el teniente general García Valiño,
al confirmarla. La lucha por salvar la vida de Grimau iba
a desplegarse a lo largo de 36 horas dramáticas. Pero
en el reloj de la historia, la hora de muerte del héroe
ya estaba marcada.
Campaña de protesta en apoyo de Julián Grimau |
El mundo no había conocido una campaña
de protesta tan amplia desde 1933, cuando el hacha de las
bestias hitlerianas pendía sobre la cabeza de Jorge
Dimitrov. Millares de testimonios afluyeron a nuestra emisora,
a la esposa de Grimau, a la Dirección del PCE. En Francia,
actos y manifestaciones en decenas de ciudades. Más
de 800.000 telegramas cursados a Madrid. En Italia, grandes
manifestaciones unitarias en Turín, Nápoles,
Florencia, Bolonia, Mantua, Venecia, Verona, Siena. Roma paralizada
un cuarto de hora. Los portuarios de Génova no descargan
los barcos españoles. Manifestaciones en Inglaterra,
Bélgica, Holanda, Suecia, Dinamarca, Noruega, Suiza,
Argelia, Marruecos, Cuba, México, Argentina, Colombia,
Ecuador, Venezuela, Uruguay... y en todos los países
socialistas.
Julián Grimau fue conducido a Campamento.
Se colocó en un repecho. Tenía las manos esposadas.
Un soldado se le acerco dispuesto a vendar los ojos y amarrarle
los pies. Grimau le dijo: " No me vende Vd. Los ojos.
Yo soy comunista y siempre he mirado a la muerte de frente,
sin miedo, y ahora tampoco me da miedo. Todos los crímenes
que me achacan son falsos, nunca cometí ningún
crimen. Me matan porque toda mi vida la he dedicado a defender
los intereses del pueblo".
Manifestación en París en apoyo de Julián Grimau (Abril 1963) |
La venda se le cayó de las manos al
soldado tres veces, tal era su nerviosismo. No pudo amarrarle
los pies.
Se oyó la voz de "¡Apunten!
Otra más "¡Fuego!"
Grimau cayó dando un pequeño
salto hacia atrás, pero no había muerto. Estaba
atravesado por 27 disparos. El teniente que mandaba el pelotón,
temblándole la mano, lo remató con tres tiros
de gracia.
En el 75 aniversario del PCE, visitaremos su
tumba. En ese acto sencillo y entrañable recordaremos
a los héroes de la Resistencia -sus nombres son legión-
que cayeron, segados por los piquetes de ejecución
sin temblar ante la muerte, sabiendo que su sacrificio no
sería estéril, que su sangre generosa haría
florecer una España democrática.
Volviendo al tema inicial, la Pirenaica, sus
miles de colaboradores, han sido injustamente olvidados en
las celebraciones oficiales conmemorativas de la Radio en
España. Pero nada ni nadie podrán borrarla de
la memoria histórica:
"La verdad es como esy sigue siendo verdad
aunque se vuelva al revés"
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