jueves, 3 de noviembre de 2011

Espías de Franco (1). La trama catalanista.




Cartel de Ispert para el comisariado de la 11 División del Ejército Popular de la República alertando del peligro que suponen los espías. El Canto del Búho
  Fusilados de Torrellas
Puerto de Marsella (Francia), 6 de febrero de 1937. El vapor «Navarra», cuya salida hacia la Barcelona republicana está programada 48 horas después, se consume presa de las llamas en la misma dársena. Los funcionarios portuarios tratan de sofocar el incendio, que a todas luces parece provocado, y descargan algunas cajas registradas como conservas alimenticias. Pero, en medio del revuelo, algunos de los contenedores se rompen dejando entrever su carga real: ametralladoras desmontadas. Dos hombres contemplan la escena a una distancia prudente. Se miran, sonríen. Son agentes de Franco. 

Más allá de Belchite, el Ebro o el Jarama, la Guerra Civil también se libró en el sur de Francia. Los Pirineos fueron testigos de otra batalla decisiva: la batalla de la información. Redes de espionaje montadas a contrarreloj, con agentes sin apenas formación en la materia, que pugnaron entre sí para tratar de anticiparse a los movimientos del enemigo desde el otro lado de la frontera. 

Un elemento clave de la victoria de Franco en la Guerra Civil fue la red de espionaje que el dictador infiltró en Francia. Sirviéndose de la quinta columna obtuvo informaciones vitales para tomar la delantera en la guerra. Este episodio olvidado de la contienda que asoló España desde julio de 1936 a abril de 1939 es el punto de partida de "Espías de Franco", un documental dirigido por el historiador Xavier Muntanyà y coproducido por TV-3, TVE, Canal de Historia y France 3. 

 El comandante Julián Troncoso cometió actos terroristas en el sur de Francia y los achacó a los "rojos" españoles. Imagen de Canal de Historia. Público
A través de material inédito se explica qué clase de espías eran, cuáles eran sus actividades y qué ayuda obtuvieron de Hitler y de los grupos franceses de ultraderecha

El autor del documental ha buceado en los archivos de la policía francesa, que durante la II Guerra Mundial fueron trasladados a Berlín y después a Moscú, y que volvieron a Francia hace pocos años. Estos archivos han sido contrastados con los del ejército franquista en Ávila. Así, se pueden ver los números clave de los espías, los telegramas secretos que enviaban al Gobierno de Burgos detallando objetivos a bombardear o los atentados en Francia para culpar al Gobierno de la República.

La inteligencia franquista se propuso siempre erosionar la imagen de los republicanos exiliados en el país vecino, sabedores de que una buena parte del pueblo galo simpatizaba con ellos. Para ello prepararon una serie de atentados contra intereses de la derecha en Francia con el objetivo de que la prensa echara la culpa a los «rojos» españoles. Así llegaron a atentar, con la colaboración de La Cagoule, organización de la extrema derecha gala, contra un tren de la línea Burdeos-Marsella y a detonar sendas bombas en la sede de la patronal y del sector metalúrgico en París.  

Agentes republicanos infiltrados en la inteligencia franquista llegaron a desbaratar un atentado contra el pabellón alemán de la Exposición Universal de París. Pero sólo unos meses antes interceptaron un informe del general italiano Mario Roatta en el que se sugería la guerra bacteriológica contra los republicanos: la propagación del virus del tifus en el sector español de los Pirineos. El objetivo era crear una epidemia que obligase a las autoridades francesas a cerrar la frontera. De hacerlo, los nacionales lograrían cortar las líneas de suministro del enemigo.

El submarino republicano C-2, al que el comandante Troncoso y otros agentes intentaron secuestrar en Brest. Historia de los submarinos tipo "C"
Un sonado fracaso franquista fue el intento de secuestro en Brest del submarino republicano C-2, que tuvo que ser abortado dada la incapacidad de los agentes para reducir a todos los centinelas y poner los motores en marcha una vez realizado el asalto. No obstante, los éxitos del espionaje franquista fueron notablemente superiores a los de los republicanos.

Dos personas tuvieron una importancia capital en el establecimiento de la red de espionaje franquista en Francia: Francesc Cambó y Josep Bertran i Musitu, dos de los fundadores de la Lliga Regionalista catalana. El miedo a ver instaurada una república de izquierdas en España hizo que su vena conservadora prevaleciese sobre la catalanista. Así, Cambó financió el SIFNE (Servicio de Información en la Frontera Noroeste de España), a lo que también contribuyó en sus inicios el banquero Juan March. Musitu, formado y entrenado por los nazis, dirigía a los agentes.  

El catalanista Francesc Cambó, «mecenas» del SIFNE, servicio secreto franquista en la frontera con Francia, en 1937. ABC

Las principales tareas de los agentes nacionales pasaban por vigilar el tráfico de mercancías en los puertos franceses para denunciar el envío de armamento camuflado por barco a los republicanos. En caso de que las denuncias cayeran en saco roto, saboteaban ellos mismos los buques. Para su tarea contaban además con valiosos colaboradores, agentes simpatizantes de las formaciones ultraconservadoras «Croix de Feu» y «La Cagoule», y con oportunistas dispuestos a hacer su agosto en tiempos difíciles. Tal fue el caso de dos empleados del servicio de telégrafos de Marsella, Sentenac y Pigeyre, que vendían a los agentes nacionales  telegramas con información sobre el curso de la guerra enviados al Gobierno republicano desde Argel

Las autoridades francesas descubrieron la trama y detuvieron en agosto de 1937 a los implicados. En Francia las actividades de la inteligencia de Franco se seguían de cerca, pues existía el temor a que los mismos agentes se pusieran en el futuro al servicio de las autoridades del potencial enemigo nazi. Franco obtuvo gracias al SIFNE una cantera de agentes adiestrados capaz de seguir de cerca a comunistas, nacionalistas y demás enemigos del régimen desde la Dirección General de Seguridad. -
  Publicación francesa que recoge la detención de Sentenac y Pigeyre. Imagen de Canal de Historia. Club Landwehr 
Sin embargo, la red de espionaje franquista  no sólo se limitó a informar de los barcos cargados de armas o de alimentos con destino a los republicanos. El SIFNE también tenía informadores en Barcelona que dieron la localización de doscientos puntos de la ciudad que debían bombardearse. .La mayoría de sitios eran estratégicos y militares, pero estaban rodeados de casas de gente inocente. Miles de personas murieron en dichos bombardeos efectuados por nazis o fascistas italianos.

 Entre la documentación encontrada en el estado mayor franquista, y que se aportan al documental ya nombrado, figuran nombres de informadores del SIFNE, nombres de la alta burguesía catalana, como Pedro Riviere, Manuel Vidal-Quadras, Pedro Salisachs o Felipe Bertrán Güell. Muchos daban información de los puntos de la ciudad que había que bombardear.

Varios intelectuales catalanes se incorporaron también al servicio secreto franquista. Entre ellos los escritores Josep Pla y Eugenio D’Ors y el periodista Carlos Sentís. Este último, de evolución camaleónica, pasó de periodista del régimen a ser el artífice de la vuelta de Tarradellas a la Cataluña autonómica, llegando a formar parte de su Ejecutivo como consejero sin cartera. Su vinculación al franquismo fue tal que, en 1939 llegó a escribir en La Vanguardia: “Franco ha salvado Cataluña”. Tras la muerte del dictador, se vinculó a la UCD de Suárez, llegando a ser diputado hasta 1982.

El famoso escritor Josep Pla redactó propaganda profranquista en Francia, colaboró en los boletines del SIFNE y pudo recabar información estratégica en Marsella, ciudad en la que vivió durante varios meses y que era un punto de tráfico marítimo fundamental para la República. Con su boina calada, Pla se encargaba también de apuntar las matrículas de los buques que recalaban en Marsella para dirigirse al puerto de Barcelona o al de Alicante.
Sello de correos dedicado a Pla, tocado con su característica boina. Emporion
La participación de Pla en los servicios de información franquistas se ve confirmada por un informe de los servicios republicanos en París, a partir del trabajo de los agentes X9 y X8, infiltrados en el bando nacional. Estos agentes, el 16 de junio de 1937, enviaron un completo esquema del funcionamiento del SIFNE en Francia y, en el apartado "agentes subalternos de información y enlace", incluyeron a Josep Pla, cuyo número secreto era 010.

Uno de los aspectos de la historiografía sobre la Guerra Civil que aún están por explotar es el del papel de destacados intelectuales y empresarios catalanes en la creación de los servicios secretos franquistas.

 La participación en los mismos de Pla, Sentís, Bertrán y Musitu…, entre otros nombres de la alta burguesía catalana, un secreto a voces desde hace tiempo, ya no podrá ser negada tras las investigaciones que pone de manifiesto el historiador Muntanyà.

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