Tras el golpe de Estado militar de 1936, multitud de jóvenes decidieron enrolarse en la aviación española para defender la democracia. Un documental rescata la vida olvidada de estos aviadores durante la contienda
Aviadores en el Prat (Barcelona) |
PATRICIA CAMPELO Madrid Julio 2011
Preocupados por el futuro incierto que
se les avecinaba, muchos jóvenes decidieron defender su porvenir con
contundencia hace 75 años. Algunos de ellos apenas superaban la mayoría
de edad, pero no querían quedarse en casa mientras se aproximaban las
circunstancias que cambiarían la faz del país en el que vivían. Era el
verano de 1936, el capitán Virgilio Leret acababa de ser fusilado en Melilla, y las solicitudes para formar parte de la aviación de la Segunda República se acumulaban.
“Teníamos 18 años, ¿qué hubiérais hecho
vosotros?”, se pregunta Antonio Vilella (Barcelona 1916), mecánico de la
aviación republicana y defensor del espíritu decidido que les movió a
participar en aquella guerra para defender la democracia. El 18 de julio
de 1936, cuando la radio dio cuenta de los primeros movimientos de los
militares sublevados, Vilella trasladó a sus padres su deseo de ir a
Zaragoza con sus amigos, que ya estaban allí “cargando camiones con
escopetas”. Su progenitor le espetó que con esas armas no se podía ganar
una guerra. En ese momento, el joven Vilella le comunicó que se
enrolaría en la aviación como mecánico, “así estaréis más tranquilos”.
Vilella cuenta su historia ante la
cámara que ha recogido testimonios de los últimos aviadores de la
Segunda República y los ha plasmado en un documental de corte
antropológico “que versa sobre la vejez y la memoria”.
Así lo explica uno de los directores de Vuelo a Shangri-la, Jorge Moreno
Andrés, quien firma junto con Eduardo Díez Pombo un trabajo en el que
han condensado, en 25 minutos, los sentimientos de aquellos jóvenes que
se enrolaron en la aviación tras el golpe. [Trailer del documental].
Nieto del piloto republicano Víctor
Andrés Valdemoro, Jorge Moreno aclara que el objetivo del documental es
“mostrar la actualidad” de aquellos militantes que hoy en día se siguen
reuniendo en un local de Barcelona para recordar y compartir
experiencias. “La sociedad les margina como ancianos pero tienen mucho
que decir y hemos querido darles voz”, añade.
Shangri-la era el lugar ficticio
imaginado por el escritor James Hilton en una novela y que, en el
imaginario colectivo de la época, recordaba al paraíso o, al menos, a
“un lugar mejor donde vivir”, rememora Vilella en el documental.
Miguel Hernández les dedicó el poema ‘El vuelo de los hombres’
La implicación política de aquellos
jóvenes es uno de los elementos que los directores han destacado a
través de un trabajo con el que les han querido “dar las gracias
pidiéndoles que nos hagan saber sus diferentes opiniones”. “Es lo menos
que podemos hacer por ellos”, sostienen.
Formación obligada
En tiempos de guerra la necesidad de
personal militar apremiaba pero los cursos en la escuela de Kirovabad,
en la antigua República Soviética de Azerbaiyán, y en la academia de
vuelo de San Javier, en Murcia, seguían siendo condición obligada para
ser aviador de la República.
Vilella obtuvo su título de mecánico de
aviación en diciembre de 1937, llegando a ser Sargento y después
Comandante. Tras finalizar la guerra pasó seis años campos de
concentración, en la cárcel y en Batallones disciplinarios
—donde se recluía a republicanos para que hicieran trabajos forzados—.
“Cuando vuelves a casa piensas que al menos lo has intentado”, suspira
el Comandante retirado que hoy preside la Asociación de Aviadores de la
República (ADAR), fundada el 17 de julio de 1978.
Imagen facilitada por ADAR |
La población concebía a los aviadores
como un grupo diferenciado y especial en comparación con el resto de
militares y milicianos que también defendieron el sistema político que
estaba siendo atacado tras el golpe de Estado de Franco y sus militares.
Los “cóndores de acero” suscitaban la admiración de la gente e incluso
arrancaron de la pluma de Miguel Hernández el poema El vuelo de los
hombres. El compositor Carlos Palacios creó varios himnos por encargo
del Gobierno de la República y uno de ellos, Alas Rojas, —banda sonora
del documental Vuelo a Shangri-la— se convirtió en la melodía oficial de
los aviadores.
Camino hacia la reparación
El fin de la dictadura devolvió las alas
a este colectivo que ya desde el exilio vivió diferentes maneras de
organización. La Asociación de Aviadores Republicanos Españoles fue
creada en los años 50 en México —país que acogió durante años a un gran
número de republicanos exiliados— y sirvió de catalizador del tejido
asociativo que se fue desarrollando después.
Víctor Andrés Valdemoro, piloto republicano |
Imagen: Víctor Andrés Valdemoro, piloto republicano
Durante la transición, los aviadores que
prestaron servicio al Gobierno de la República durante la guerra,
reivindicaron su condición de antiguos militares y las correspondientes
pagas o pensiones. “Fue una tarea difícil que no se ganó hasta los años
80, cuando con Felipe González en el poder, se aprobaron las normas que
posibilitaron estas ayudas”, explica el historiador David Gesalí, quien
forma parte del equipo de investigadores de ADAR que está recuperando
el nombre y las historias de los pilotos, mecánicos, ametralladores,
soldados y demás integrantes de la aviación republicana.
En la Transición reivindicaron su condición de antiguos militares y las correspondientes pagas o pensiones
Con esa batalla ganada, el siguiente
paso fue el de reunir a sus antiguos compañeros y tratar de localizar a
los desaparecidos durante la contienda o en los años de la represión. Al
acabar la guerra muchos tuvieron que afrontar juicios sumarísimos
acusados de un delito de rebelión. “Decían que nosotros nos habíamos
sublevado contra Franco; es cómico, ¿no?”, comenta Vilella, quien
recibió el pasado 27 de abril —en representación de ADAR— la Cruz de San
Jordi que otorga la Generalitat de Catalunya.
Los primeros años de democracia fueron
el “momento fuerte” de los aviadores republicanos. Gesalí explica que
una vez pasó el tiempo de pleitear con el Estado para obtener sus pagas
como exmilitares, llegó el momento de preservar y divulgar su memoria.
“La segunda y tercera generación de familiares está demostrando un gran
interés en saber de ellos”, comenta el historiador que ha colaborado en
la creación de un Centro de interpretación de la aviación republicana,
que se inaugurará el próximo 24 de julio en Barcelona.
La tarea acuciante que ADAR tiene ahora
entre manos es encontrar personas que recojan el testigo de los últimos
aviadores y sigan explicando la labor que desempeñaron en la Guerra
Civil en defensa de la legalidad republicana.
Público.es (Memoria Pública):http://www.publico.es/386901/aviadores
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