viernes, 12 de agosto de 2011

Recordando a las “pelonas”

“Se violaba en las comisarías, en los centros de Falange, en las cárceles, en los domicilios requisados”
Represión contra las mujeres republicanas

Mercé Rivas El Plural 10/8/2011



Estamos en pleno 75 aniversario de dos hechos que no podemos pasar por alto. El 14 de agosto del 36 se llevaba a cabo lo que se denominó “la masacre de Badajoz” y días más tarde, el 18, era asesinado el poeta García Lorca. Junto a estos hechos miles de mujeres eran encarceladas o fusiladas. Es un buen momento para recordarlas.
Unas por militar activamente a favor de la República pero otras por ser simplemente hijas, hermanas o madres de republicanos  pasaron por las cárceles franquistas sufriendo todo tipo de humillaciones. Algunas  fueron fusiladas pero otras tras hacerles ingerir a la fuerza aceite de ricino fueron rapadas al cero. Se les denominaba las pelonas.
Por el contrario, el papel de las mujeres del bando golpista fue muy secundario. Actuaban en retaguardia, cosiendo uniformes, cuidando enfermos o vigilando la integridad de sus familias. El único “privilegio” que se les otorgó fue el de poder ser “madrinas” de un soldado para darle ánimos y apoyo a través de la correspondencia.
El bando nacional dio tanta importancia a esta figura que llegaron a buscar “madrinas” en Japón, país con el que se mantenía muy buenas relaciones. Uno de los que entabló correspondencia con una japonesa fue el entonces teniente Jaime Milans del Bosch. Lo que no sabemos es en qué idioma le alentaba.
Por el contrario las mujeres republicanas vivieron un auténtico calvario. Activistas en primera línea lucharon por sus derechos y por la legalidad establecida, La República. Trabajaron desde los  partidos, sindicatos o desde la sociedad civil en general. Las que acabaron en prisión nunca fueron consideradas presas políticas sino prostitutas.
Como afirmaba la madrileña Juana Doña, militante del Partido Comunista condenada a muerte, “se violaba en las comisarías, en los centros de Falange, en las cárceles, en los domicilios requisados”, hasta el punto de que incluso en los informes de la Fiscalía se habló del alarmante ingreso en prisión de mujeres por el hecho de haber abortado, añadiendo siempre la coletilla ideológica: “La mujer ahora prefiere la muerte a la maternidad”.
En medio de tanto odio, la Fiscalía del Estado se asustaba del aumento espectacular de suicidios: un 71,3% más que en el año 1932.  Y eso fue lo que acabó haciendo la licenciada en Ciencias Matilde Landa, detenida y trasladada a la cárcel de Ventas de Madrid en 1939, condenada a muerte e indultada gracias a las numerosas gestiones de sus familiares. Pasó 30 años en prisión antes de quitarse la vida.
Pero si hay que recordar a algún experto en humillar y aniquilar a estas mujeres fue el comandante-psiquiatra Vallejo Nájera, que no dudaba en definirlas como “débiles mentales”. Director del Gabinete de Investigaciones Sociológicas, nombrado directamente por Franco, teorizó hasta la saciedad sobre la inferioridad mental de la mujer-disidente.”Las peores las rojas catalanas” solía decir.
De las presas de la cárcel de Málaga, una de las más duras, Vallejo Nájera afirmaba que habían actuado “empujadas por el resentimiento y el fracaso social que en las mujeres era más notorio dada su perversión moral y sexual”. Se las machacó de forma especial no solo por sus ideas políticas, sino por el hecho de ser mujeres. La virilidad de los vencedores se conformó como un elemento esencial. De ahí que la principal forma de represión fuese la violación.
Esta violencia fue impulsada desde el poder. Solo hay que recordar las arengas del general Queipo de Llano: “Nuestros valientes legionarios han enseñado a los cobardes de los rojos lo que significa ser hombre. Y de paso también a sus mujeres. Esas comunistas y anarquistas se lo merecen. No se van a librar por mucho que forcejeen”.
En cambio, para los vencedores de la Guerra Civil, las mujeres fueron un pilar importante de su nuevo régimen dictatorial. Enfocaron en ellas toda su ideología y las convirtieron en su arma más importante para educar a futuras generaciones, para conseguir que las familias fueran el núcleo de la sociedad en donde “los valores del franquismo” se mantuviesen y proliferasen
Y, por supuesto, con el entusiasmo de la jerarquía católica. No olvidemos que la mayoría de las hacinadas y cochambrosas cárceles fueron administradas y custodiadas por órdenes religiosas femeninas.
Muchas de ellas ya han fallecido, pocas siguen entre nosotros, pero los que sí están y deberían conocer a fondo lo que pasó son sus nietos y bisnietos. Mientras que no se explique en los colegios quiénes fueron y qué hicieron estas mujeres, no podremos dar por superada una etapa de nuestra historia.
Mercè Rivas Torres, periodista y escritora
http://www.elplural.com/opinion/recordando-a-las-%E2%80%9Cpelonas%E2%80%9D/

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