jueves, 1 de septiembre de 2011

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Por qué los familiares de los desaparecidos del franquismo siguen siendo víctimas de gravísimas violaciones de los derechos humanos por parte del Estado español
Miguel Ángel Rodríguez Arias


Miguel Ángel Rodríguez Arias, 30 agosto 2011
El trato inhumano que no cesa: Por qué los familiares de los desaparecidos del franquismo siguen siendo víctimas de gravísimas violaciones de los derechos humanos por parte del Estado español, aunque a ninguna alta autoridad española parezca importarle.
Los familiares de los desaparecidos no ocupan la misma posición que los familiares de víctimas de otros delitos. Por execrables que estos últimos delitos sean.
La razón es muy sencilla: la desaparición forzada fue específicamente diseñada con dicho propósito cuando esta atrocidad fue inventada “oficialmente” por los nazis con el Decreto “noche y niebla” dado por Hitler para el Mariscal Keitel en su invasión de la Europa del Este. “La otra” gran aportación nazi al horror, junto a las cámaras de gas.
La razón de los nazis para hacer desaparecer personas a gran escala no era una mera crueldad, infinita, o la simple voluntad de destruir a las que ellos consideraban grupos humanos inferiores, “vidas sin valor vital”. Para ello no necesitaban de la fórmula de la “desaparición”.
El recurso a la desaparición forzada surgió ante todo de un frío cálculo y una necesidad mucho más elaborada.  Como instrumento de paralización grupal y social. Con ese propósito fue concebido.
Y dentro de su propia lógica inhumana en el fondo no resulta difícil de explicar: matar a 10 a 100  civiles en la plaza del pueblo por cada nazi abatido por los guerrilleros de las inmensas zonas ocupadas del Este no era otra cosa que una represalia draconiana que no iba más allá. Se les abatía de manera cierta y visible, se les enterraba, y nuevos partisanos (hermanos, padres, esposas…) brotaban a continuación por cada víctima de tales ejecuciones extrajudiciales.
Para la estrategia nazi no traía cuenta. Y no era cuestión de detraer ingentes tropas de la cabeza de avance alemana en el frente Este para destinarlos labores de control de población en los inmensos territorios de la retaguardia conquistada. Al revés, interesaba el máximo control posible al mínimo coste de tropas de ocupación.

Pero otra cosa muy distinta era hacer desaparecer a todo sospechoso, o sin serlo, “en la noche y la niebla”, no sólo ejecutarlo sin corte marcial, para sembrar el terror y a los fines de “paralización social” era preciso hacerlo además en medio de la noche, sin información alguna sobre su paradero o su inminente destino, sin prisiones oficiales. Simplemente se les retenía, se los llevaban de sus propios hogares, sin certezas ni explicaciones; sierviendose de la propia duda y la ansiedad de los propios familiares como elemento de tortura y de control.
Y de esa manera sí que se producía el efecto contrario. Paralizaba el entorno familiar-social de cada desaparecido.
Un desaparecido suponía la neutralización de 10, 15, 20 personas.
Familiares directos, familia política, amigos de toda la vida…una cuestión meramente matemática.
De modo que quizá si  se comportaban de modo ejemplar el desaparecido, que no se sabía ni donde estaba, ni bajo el control efectivo de que unidad, no sufriese represalias.
Quizá, incluso, con un poco más de “colaboración” del entorno familiar demostrarían que esa familia era gente pacífica que no se metía  en problemas y el ser querido prisionero sería mejor tratado.
El “desaparecido” debía resultar para sus familiares y a todos los efectos ni muerto, ni vivo, ni todo lo contrario.
La familia desaparecida y prisionera con él, entre el presagio funesto de la perfecta conciencia interior en torno a la verdadera suerte de su ser querido, la culpa – sí la culpa, devoradora, más atroz si cabe – por no haber hecho lo suficiente para impedirlo, y la esperanza irracional de que de alguna manera el ser querido volviese.
Porque ese es, justamente, uno de los sentidos del rito de la constatación física de la muerte  de l ser querido y del enterramiento del cadáver del ser querido: formar la difícil convicción de su muerte, su pérdida inaceptable, y permitir la elaboración del luto.
Eso era la desaparición, o de eso se trataba. Una situación envenenada e inhumana desde todo punto de vista.
El mismo tipo de  lógica perversa, de optimización sistémica de la muerte y el dolor ajeno que dió lugar a la puesta en marcha de las cámaras de gas. Una mera cuestión de logística industrializada, racional y calculada, al servicio de la muerte y la destrucción.
El problema es que, por así decir, los nazis olvidaron ponerle mecanismo de “apagado” al “invento”.
Tanto el sistema de la desaparición forzada empleado por los dirigentes fascistas durante el genocidio español y su “Totalkrieg” (guerra total) contra la población civil española, como aquel otro sistema nazi estaba planteado únicamente para abrir aquella situación; en ningún caso para cerrarla y ponerle fin.
Y la razón es muy sencilla: simplemente no contaban con deber ponerle fin frente a nadie… frente a nadie a quien unos y otros pudiesen considerar “persona”. Iban a triunfar y a depurar el mundo a su antojo.
Y así, a modo de auténticas minas emocionales antipersona (anti familia, anti sociedad…) dejadas tras de si a la estela de los antiguos conflictos ese mismo dolor, angustia, parálisis emocional  – y cóctel de sentimientos enfrentados a la espera de la resolución del conflicto no resuelto  el paradero del desaparecido – continúa hoy en el caso español.


El familiar del desaparecido sigue siendo víctima permanente de una situación de ansiedad, de angustia, de luto no resuelto exáctamente como los criminales habían decidido que fuese. Los verdugos les siguen haciendo vivir con esa opresión familiar y angustia cotidiana por su desaparecido y no saber su suerte, su paradero, como murió -lcualquier detalle en realidad – de varias décadas antes desde sus tumbas o desde su cómoda jubilación.
Y por eso, ya desde la génesis de la figura, al hablar de “despariciones forzadas de personas”no se puede obviar, ni simplificar, la posición de los familiares y el diferenciado, autónomo, impacto contrario a derecho en la esfera de sus propios derechos fundamentales; por descontado adicional  al propio impacto en la vida y derechos humanos del propio desaparecido, se trate de niños perdidos o de desaparecidos ejecutados en una de las más de 2000 fosas clandestinas sin abrir que aun tenemos en nuestro país.
Se entienda o no se entienda, el mero hecho de “olvidar” que el delito de desaparición forzada no va dirigido contra una única víctima sino que va dirigido contra todo el entorno familiar es una gran parte del problema de la respuesta pública del Estado al crimen contra la humanidad de la desaparición forzadas – digo “olvidar” en el plano nacional porque en el internacional hace ya décadas que se reconoce perfectamente los dos tipos de víctima de este delito, directa e indirecta, pero víctimas ambas y amparadas ambas por el Estatuto internacional de víctimas de violaciones manifiestas de los derechos humanos –
Y si me he detenido a recapitular todo lo anterior, hasta este punto, es para que, de una vez, tengamos bien presente de qué hablamos cuando hablamos de un crimen tan distinto de los demás como es el crimen contra la humanidad de desaparición forzada de personas.
Pero en el caso español no se trata simplemente de una negligencia a la hora de formular una política de Estado.
Y, precisamente, seguir diciendo alto y claro todo esto en este día de hoy, Día Internacional contra las desapariciones forzadas, se hace más necesario que nunca.
Enésimo Día Internacional contra las desapariciones forzadas, en el que, por enésima vez, ni el actual Jefe del Estado – ilegítimo y nunca votado democráticamente por el pueblo español mientras las opciones electorales republicanas se mantenían prohibidas  y en el exilio-  ni el actual Gobierno de todo lo que sigue dirán nada.
Porque en un día como el de hoy, con la memoria de nuestros desaparecidos y los de cualquier lugar del mundo presentes, resulta aún más increíble – y con la que está cayendo en este tema ya es decir –  la forma en la que nuestro Estado, y en particular nuestro Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero está siendo responsable directo de “trato inhumano cruel y degradante” con todos los familiares de los desaparecidos del franquismo en el sentido del artículo 3 del Convenio Europeo de Derechos Humanos; por no decir del artículo 8 igualmente violado por parte de nuestro Gobierno.
Y lo digo – lo he dicho y he aportado en distintas publicaciones toda la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos – por la forma despreciable en la que se han tratado a todas esas personas. Simplemente, José Luis Rodríguez Zapatero les ha robado algunos de sus derechos humanos más fundamentales reconocidos en dicho Convenio y en todos los instrumentos internacionales en la materia.
La realidad era muy distinta y visto que el Convenio Europeo de Derechos Humanos ocupa un muy concreto rango jurídico constitucional ni a este Gobierno, ni a ningún otro le corresponde competencia alguna ni para toserle: al revés es su deber cumplirlo y hacerlo cumplir, impulsando, en su caso, la mejor legislación posible para que los tribunales ejerciesen esa división de poderes y aplicasen leyes acordes con normalidad a dicho Convenio.
Y así se lo dijimos en el Ministerio de Justicia, con la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en la mano, cuando nos dijeron aquello mismo del respeto a la división de poderes que trató de esgrimir el gobierno ruso ante el Tribunal Europeo ante el vergonzoso proceder de alguno de sus propios tribunales en el caso de las desapariciones chechenas.
Incluida la jurisprudencia internacional del caso Srebrenica y la reciente condena internacional del Gobierno serbio post Milosevic justamente por dicho mismo incumplimiento: no proceder a poner en marcha una “investigación oficial efectiva e independiente” con todos los medios al alcance del Estado y de forma completa en todos los sentidos: contribuyendo por tanto a la prolongación de una situación de “sufrimiento inhumano” de los familiares a la espera de saber la suerte de su desaparecido (artículo 3), sino también una violación del derecho humano a la vida familiar. Y como tales se condenó al nuevo gobierno.
No por los crímenes con los que nada tenían ya que ver, sino por violar posteriormente, de forma adicional y distinta, los derechos humanos de los familiares de los desaparecidos….
Por eso no me sirve cuando algún militante o simpatizante socialista poniendo por delante una mal entendida lealtad perruna que los derechos humanos pone paños calientes a todo esto.
Me da vergüenza leer todo eso de “que fue un primer paso” (en la dirección contraria al Convenio Europeo de Derechos Humanos) o que nadie más había hecho nada hasta ahora que al menos “algo se ha hecho”.
Sí, algo se ha hecho: negarles derechos humanos normales y la asistencia real del Estado que les correspondía como víctimas de crímenes contra la humanidad a las familias de los desaparecidos. Dejar en sus fosas a miles de personas que ya estarían restituidas, a algunos niños perdidos que ya se habrían podido encontrar, si simplemente el Presidente Zapatero hubiese actuado con un mínimo respeto al Convenio Europeo de Derechos Humanos y hubiese creado con idéntica ocasión y votos, sin necesidad de ley orgánica una ley ordinaria ya hubiese servido, una Comisión Nacional de Búsqueda de los Desaparecidos, una fiscalía especializada para los crímenes contra la humanidad del franquismo, etc.
José Luis Rodríguez Zapatero y su Gobierno le han robado premeditadamente sus derechos humanos reconocidos a los familiares de los desaparecidos del franquismo.
No sólo no impulsó una legislación que ayudase a dar normal cumplimiento interno y orientase la actuación del Estado a cumplir con esa exigencia de “investigación oficial efectiva e independiente” que se desprende incontestable de la jurisprudencia aplicativa de los artículos 2,3,8 y 13 del Convenio Europeo de Derechos Humanos. Que va.
Nuestro Gobierno hizo justo lo contrario.
Crear una legislación que orientase toda la inercia y la actuación del Estado a desentenderse de dicho deber de investigar – y lo hizo además copiándole el sistema a Franco lo que a estas alturas casi me parece lo menor de todo, imagínense como está la cosa –.
Nuestro Gobierno creó una legislación – la “ley de la memoria histórica” – que, específicamente, arbitraba, y arbitra todavía hoy, un mecanismo sistemáticamente orientado a la violación de tales artículos. Comenzando por la negación de la mayor como misma raíz del proyecto: “ninguna investigación oficial efectiva e independiente” de esas desapariciones forzadas, que a esas víctimas de las fosas les vayan a buscar sus familiares.
Y digo de las fosas, porque la obligación de búsqueda de los niños, potencialmente vivos, es mayor si cabe – ambos crímenes contra la humanidad de desaparición forzada, pero el caso infantil crimen contra la humanidad “agravado” respecto del crimen contra la humanidad “base” de desaparición de adultos –.
Es impensable que un Gobierno de un Estado miembro del Consejo de Europa legislando expresamente contra 4 artículos de distintos del Convenio Europeo de Derechos Humanos. Que haga justo lo contrario de lo que establece en el mismo.
Es mucho más impensable si ese país tiene además, todavía, 150.000 personas en fosas clandestinas y miles y miles de familias encadenadas a ese dolor y con esa herida abierta. Un auténtico país de los niños perdidos con otros miles de desaparecidos en vida y con sus familias rotas.
Es impensable que toda esta situación inhumana y bestial no ocupe hoy, Día Internacional de los desaparecidos, las portadas de los mismos medios informativos presuntamente “progresistas” que han dedicado ríos de tinta a glosarle las loas de semejante “ley”.
Y para mi, como socialista, es impensable que en el día de hoy Rubalcaba calle.
Que en el día internacional de los desaparecidos, calle. Que con esas más de 150.000 personas – y sus familias – metidas en fosas clandestinas y con todos esos miles de niños perdidos – y sus familias perdidas con ellos – Rubalcaba calle.
Que no sea el primero en pedir que se cumpla con normalidad, y de una vez, con normalidad, con el Convenio Europeo de Derechos Humanos en el tema de los desaparecidos y lo lleve como parte de su programa.
Pero Rubalcaba, todavía, calla.
Por eso el día de hoy me parece también el mejor día para decir que eso no es aceptable.
Porque cuando se trata del candidato socialista que viene a tomar el relevo al responsable de toda esa actuación vergonzosa ante la inmensidad de ese drama abierto, simplemente no se puede callar. Ni otorgar.
¿Alguien que se diga de izquierdas podría dar un sólo voto a favor de semejante candidato si de verdad su intención fuese seguir dándole la espalda al Convenio Europeo de Derechos Humanos y a todas esas familias?
http://segurquetomba.wordpress.com/2011/08/30/el-trato-inhumano-que-no-cesa-por-que-los-familiares-de-los-desaparecidos-del-franquismo-siguen-siendo-victimas-de-gravisimas-violaciones-de-los-derechos-humanos-por-parte-del-estado-aunque-a-ningun/

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