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Antonio Vera
Cartagena. Por sus calles camina, con su navaja en el bolsillo, el gitano Juan Vicente Fernández, más conocido como “El Chipé”. Con un metro sesenta de altura, delgado y poca cosa era uno de los más temidos delincuentes de Cartagena.
Reincidente y con algún que otro asesinato a sus espaldas (entre otros la muerte de su cuñado) y varias temporadas encarcelado, es conocido por toda Cartagena su función de guardaespaldas y salvaguarda de las derechas de la ciudad. Desde el triunfo de éstas en 1933, hasta la actualidad ha defendido a sus protectores en varias ocasiones.
Mediodía del 19 de Julio de 1936. La gente se agolpa en la Plaza de San Sebastián para obtener información, dada por Capitanía General del curso de los acontecimientos en África.
Alguien se acerca a El Chipé y le dice que los sublevados van ganando terreno. El Chipé, alentado por las noticias y viendo que en un futuro pueden estar sus protectores de nuevo en el poder, se va al Molinete (lugar muy frecuentado por él) a celebrarlo en un bar de la Calle Balcones Azules.
Más tarde llegan nuevas noticias. La rebelión está siendo contenida, son unas escasas capitales de provincias y Marruecos los que se han sublevado.
Al oír éstas, los jóvenes socialistas Patricio Zaragoza Mira y Leopoldo Satorre Reverte se dirigen al bar donde está El Chipé para detenerlo por cómplice en el levantamiento y traición a la República.
El Chipé, diestro en el uso de la navaja hiere de gravedad a los dos jóvenes que habrán de ser atendidos en el Hospital de Caridad. Se forma un gran revuelo en el bar, durante la pelea El Chipé es golpeado en la cabeza y cae al suelo semiinconsciente.
Es detenido por la Guardia de Asalto y llevado a Comisaría (En la Subida de San Diego).
Al poco toda la ciudad conoce los hechos. El Chipé, el mejor sicario de la derecha cartagenera desde hace tres años está detenido en Comisaría. Todos los odios, toda la sed de venganza. el ansia de justicia, la necesidad de buscar una válvula de escape a la situación tan tensa que se vive en las últimas jornadas en relación a la Derecha se centra en una única persona, en El Chipé. El Chipé se convierte a ojos de los cartageneros en la derecha.
Es el momento de hacerle ver el odio y rechazo que se le tiene. La multitud se agolpa en la puerta de comisaría. Más de dos mil personas solicitan que se les entregué a El Chipé para lincharlo. Comisaría se niega.
Un grupo de ciudadanos, ante la negativa se dirige al Ayuntamiento. Solicitan al alcalde, César Serrano, que les entregue a El Chipé.
Por supuesto, el alcalde se niega. Las cosas se están saliendo de madre. Decide que El Chipé debe ser trasladado enseguida a la cárcel de San Antón (inaugurada en Febrero de ese año).
Para ello manda a Manuel Martínez Norte en un coche celular para realizar el traslado. Al llegar el coche a Comisaría observan a la multitud sedienta de sangre de El Chipe agolpados en la puerta. Se consigue introducir a malas penas a El Chipé en el coche.
El coche se pone en marcha. Lento, la multitud encierra el coche y lo zarandea. Se encuentra frente a la entrada del patio trasero de la Misericordia , en calle Sor Francisca Armendariz.
La situación empeora, el coche no puede avanzar y amenaza con volcarse. No permitirán que El Chipé llegue a San Antón.
Ante la difícil situación. Manuel Martínez Norte se decide. Según sus propias palabras, sacó su y dijo:
-Chipé, te voy a hacer un favor.
Y le disparó en la base del cráneo. El Chipé muere en el coche.
Martínez Norte abrió la puerta y el cuerpo inerte se desplomó en la calle.
La multitud se detuvo. El Chipé está muerto. No hay más que hacer. Algunos se van. Otros, unos 300, continúan con ganas de darle su merecido a El Chipé, de desahogar la tensión.
Atan una cuerda al cuello de El Chipé y comienzan a arrastrarlo. La cabeza golpea los adoquines en una macabra sinfonía. Van al Paseo de Alfonso XIII (de los Mártires de la Libertad , en aquella época) y lo arrastran hasta la Plaza de España para mostrárselo al veterinario Ramón Mercader, hombre de derechas protector de El Chipé.
Gritando la gente intenta, sin conseguirlo que el veterinario salga a la ventana. Cansados de no ver respuesta continúan arrastrando el cadáver. Calle del Carmen, Puertas de Murcia, Calle Mayor, Plaza del Ayuntamiento, Muelle. La gente se horroriza al ver la salvaje comitiva.
Hace calor en este día de verano cartagenero. El Chipé necesita un baño. Lo sumergen con la cuerda en las aguas de la bahía.
En uno de los establecimientos de ocio del muelle, La Palma Valenciana , cuelgan el cadáver como muestra de justicia popular.
Se han cansado de arrastrarlo desde la cabeza. Le atan la cuerda a los pies y continúan la marcha. El Chipé sigue recorriendo Cartagena.
Paseo del muelle, Cuesta del Batel y Puertas de San José(Actual Plaza Bastarreche). Al ver la gasolinera que allí se encontraba alguien tiene otra idea, rocían el cadáver con gasolina y le prenden fuego, apenas arde por lo mojado que está.
Desanimados porque no arde comienza a disolverse la comitiva macabra. Allí queda el cuerpo destrozado de El Chipé, simbolizando el odio visceral entre los de izquierdas y derechas. Allí permanecerá hasta que, a la mañana siguiente, recoja el cuerpo la Cruz Roja. Allí queda el cuerpo, anunciando la inminente Guerra Civil que comienza a posar su manto sobre la vieja piel de toro.
Antonio Vera
Cartagena. Por sus calles camina, con su navaja en el bolsillo, el gitano Juan Vicente Fernández, más conocido como “El Chipé”. Con un metro sesenta de altura, delgado y poca cosa era uno de los más temidos delincuentes de Cartagena.
Reincidente y con algún que otro asesinato a sus espaldas (entre otros la muerte de su cuñado) y varias temporadas encarcelado, es conocido por toda Cartagena su función de guardaespaldas y salvaguarda de las derechas de la ciudad. Desde el triunfo de éstas en 1933, hasta la actualidad ha defendido a sus protectores en varias ocasiones.
Mediodía del 19 de Julio de 1936. La gente se agolpa en la Plaza de San Sebastián para obtener información, dada por Capitanía General del curso de los acontecimientos en África.
Alguien se acerca a El Chipé y le dice que los sublevados van ganando terreno. El Chipé, alentado por las noticias y viendo que en un futuro pueden estar sus protectores de nuevo en el poder, se va al Molinete (lugar muy frecuentado por él) a celebrarlo en un bar de la Calle Balcones Azules.
Más tarde llegan nuevas noticias. La rebelión está siendo contenida, son unas escasas capitales de provincias y Marruecos los que se han sublevado.
Al oír éstas, los jóvenes socialistas Patricio Zaragoza Mira y Leopoldo Satorre Reverte se dirigen al bar donde está El Chipé para detenerlo por cómplice en el levantamiento y traición a la República.
El Chipé, diestro en el uso de la navaja hiere de gravedad a los dos jóvenes que habrán de ser atendidos en el Hospital de Caridad. Se forma un gran revuelo en el bar, durante la pelea El Chipé es golpeado en la cabeza y cae al suelo semiinconsciente.
Es detenido por la Guardia de Asalto y llevado a Comisaría (En la Subida de San Diego).
Al poco toda la ciudad conoce los hechos. El Chipé, el mejor sicario de la derecha cartagenera desde hace tres años está detenido en Comisaría. Todos los odios, toda la sed de venganza. el ansia de justicia, la necesidad de buscar una válvula de escape a la situación tan tensa que se vive en las últimas jornadas en relación a la Derecha se centra en una única persona, en El Chipé. El Chipé se convierte a ojos de los cartageneros en la derecha.
Es el momento de hacerle ver el odio y rechazo que se le tiene. La multitud se agolpa en la puerta de comisaría. Más de dos mil personas solicitan que se les entregué a El Chipé para lincharlo. Comisaría se niega.
Un grupo de ciudadanos, ante la negativa se dirige al Ayuntamiento. Solicitan al alcalde, César Serrano, que les entregue a El Chipé.
Por supuesto, el alcalde se niega. Las cosas se están saliendo de madre. Decide que El Chipé debe ser trasladado enseguida a la cárcel de San Antón (inaugurada en Febrero de ese año).
Para ello manda a Manuel Martínez Norte en un coche celular para realizar el traslado. Al llegar el coche a Comisaría observan a la multitud sedienta de sangre de El Chipe agolpados en la puerta. Se consigue introducir a malas penas a El Chipé en el coche.
El coche se pone en marcha. Lento, la multitud encierra el coche y lo zarandea. Se encuentra frente a la entrada del patio trasero de la Misericordia , en calle Sor Francisca Armendariz.
La situación empeora, el coche no puede avanzar y amenaza con volcarse. No permitirán que El Chipé llegue a San Antón.
Ante la difícil situación. Manuel Martínez Norte se decide. Según sus propias palabras, sacó su y dijo:
-Chipé, te voy a hacer un favor.
Y le disparó en la base del cráneo. El Chipé muere en el coche.
Martínez Norte abrió la puerta y el cuerpo inerte se desplomó en la calle.
La multitud se detuvo. El Chipé está muerto. No hay más que hacer. Algunos se van. Otros, unos 300, continúan con ganas de darle su merecido a El Chipé, de desahogar la tensión.
Atan una cuerda al cuello de El Chipé y comienzan a arrastrarlo. La cabeza golpea los adoquines en una macabra sinfonía. Van al Paseo de Alfonso XIII (de los Mártires de la Libertad , en aquella época) y lo arrastran hasta la Plaza de España para mostrárselo al veterinario Ramón Mercader, hombre de derechas protector de El Chipé.
Gritando la gente intenta, sin conseguirlo que el veterinario salga a la ventana. Cansados de no ver respuesta continúan arrastrando el cadáver. Calle del Carmen, Puertas de Murcia, Calle Mayor, Plaza del Ayuntamiento, Muelle. La gente se horroriza al ver la salvaje comitiva.
Hace calor en este día de verano cartagenero. El Chipé necesita un baño. Lo sumergen con la cuerda en las aguas de la bahía.
En uno de los establecimientos de ocio del muelle, La Palma Valenciana , cuelgan el cadáver como muestra de justicia popular.
Se han cansado de arrastrarlo desde la cabeza. Le atan la cuerda a los pies y continúan la marcha. El Chipé sigue recorriendo Cartagena.
Paseo del muelle, Cuesta del Batel y Puertas de San José(Actual Plaza Bastarreche). Al ver la gasolinera que allí se encontraba alguien tiene otra idea, rocían el cadáver con gasolina y le prenden fuego, apenas arde por lo mojado que está.
Desanimados porque no arde comienza a disolverse la comitiva macabra. Allí queda el cuerpo destrozado de El Chipé, simbolizando el odio visceral entre los de izquierdas y derechas. Allí permanecerá hasta que, a la mañana siguiente, recoja el cuerpo la Cruz Roja. Allí queda el cuerpo, anunciando la inminente Guerra Civil que comienza a posar su manto sobre la vieja piel de toro.
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