sábado, 6 de diciembre de 2014

Las cicatrices del franquismo en Chile

Un coruñés residente en el país chileno incorpora a la causa abierta en Buenos Aires una denuncia por el fusilamiento de su padre y la persecución de su madre.

José Manuel Calvelo Ríos y Carmen García-Rodeja, el martes, en el consulado de Argentina en Chile. l. o.

laopinioncoruna.es / ALEXANDRA MOLEDO - R. PRIETO / 27-11-2014
Desde que Darío Rivas -hijo de Severino Rivas, fusilado en 1936 cuando era alcalde de Castro de Rei (Lugo) e Inés García Holgado -sobrina de Elías Holgado, alcalde de Salamanca asesinado en 1937- presentaran en abril de 2010 una querella en Argentina para que se investigaran los crímenes de la dictadura franquista, muchos son los gallegos que han seguido sus pasos. Ninguno de los familiares de los más de 5.000 gallegos represaliados durante el régimen de Franco tuvo el amparo de la Justicia española, por lo que decidieron unirse a esta querella admitida a trámite por la juez María Servini de Cubría en el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal número uno de Argentina.
En los últimos meses se presentó una denuncia conjunta de 17 casos de desaparecidos de A Coruña y Lugo, junto con otra docena en Vigo. Y ayer, el coruñés José Manuel Calvelo Ríos presentó la primera denuncia desde Chile, donde reside, por el asesinato de su padre, Manuel Calvelo López, fusilado en la cárcel de Santiago de Compostela el 31 de diciembre de 1936 y por la persecución política que sufrió su madre, Isabel Ríos.
Arresto en Curtis
El matrimonio fue arrestado en Curtis por su actividad a favor de la República, en el caso de Isabel por organizar la primera célula comunista del municipio coruñés. Unas horas antes de la ejecución de su marido -del que se despide a través de las mirillas de las celdas- a Isabel le conmutaron la pena de muerte a la que le habían condenado en un juicio sumarísimo por la cadena perpetua. Aunque sobrevivió a la represión, su vida estuvo marcada por sucesivas huidas de otras dictaduras de América Latina.
José Manuel Calvelo presentó ayer en el consulado de Argentina en Chile su denuncia acompañado de la coruñesa Carmen García Rodeja, colaboradora de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). No pretende "cerrar heridas", sino que se sepa "quienes las infligieron" para que "no vuelvan a repetirse". "Las heridas no se cierran, en el mejor de los casos cicatrizan, pero para ello hay que exponerlas al sol y desinfectarlas", reclama. Por eso, no pide más justicia que la de "levantar los cargos falsos e infamantes" por los que le arrebataron los suyos.
Tras al muerte de su padre, su madre fue trasladada de la prisión compostelana a la cárcel de mujeres de Saturranán (en la frontera entre Guipúzcoa y Vizcaya) y allí estuvo entre 1937 y 1944. En esos siete años, José Manuel y su hermano Roberto solo pudieron visitarla una vez. Después de cinco años viviendo en casa de unos tíos en Ponferrada se trasladaron a Curtis, donde los acogieron otros familiares.
De esa época, José Manu el recuerda cómo él y su hermano ayudaban a la guerrilla de Benigno Andrade, Foucellas -el guerrillero antifranquista gallego más legendario- llevándole armas y comida a su escondite en el monte. Los hombres de Foucellas también utilizaban la máquina de escribir que había en la casa de los parientes de José Manuel Calvelo, la única que había en todo el pueblo.
La salida de la cárcel de Isabel no significó, sin embargo, el fin de sus penurias. Ni para ella ni para sus hijos. La familia se trasladó a vivir a la ciudad de A Coruña y su única vía para salir adelante era la venta de quesos y huevos, actividad por la que Isabel fue torturada más de una vez en la comisaría de policía de la ciudad.
En 1947 cruzó el charco y se fue con sus hijos a Buenos Aires, país en el que contacta con personajes de la cultura gallega exiliados como Eduardo Blanco Amor y Luis Seoane. Pese a la represión, Isabel no cesa su actitud crítica que le cuesta su expulsión del Partido Comunista. Hasta su muerte en España en 1997 tuvo que escapar de regímenes dictatoriales tanto en Argentina como en Chile y Perú. Ella misma resumía así el objetivo de su causa: "Me llevó a la lucha una ambición inmensa de aportar mi grano de arena a la transformación de una sociedad injusta".

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